Claro como el agua parte II
Con el sol y el calor sudamos más y, consecuentemente, la pérdida de líquidos se incrementa. Si a esto se le añade que cuanto más liquido se pierde, más disminuye la capacidad del organismo para regular la temperatura, se entiende lo fundamental que resulta reponer ese agua. Pero no debemos esperar a sentir sed para tomar agua: la boca seca ya es síntoma de deshidratación, y el instinto de beber se pierde con la deshidratación progresiva. Por ello, no hay que confiar en tener sed. Conviene beber regularmente de 8 a 10 vasos a lo largo del día. Y cuanto más humedad haya en el ambiente, mayor cantidad de agua ingeriremos. Calor, humedad y ejercicio físico son las condiciones idóneas para que aparezca un cuadro de deshidratación. Una pérdida del 2% del agua corporal supone la pérdida del 20% de la energía física. No olvidemos que el agotamiento se acelera con la pérdida de líquido corporal y cuando se pierde el 20% del agua del organismo, se eleva el riesgo de sufrir diversas complicaciones graves. Cuando ya estás deshidratado, tus riñones tienen problemas para hacer su trabajo. De modo que pasan algunas de sus funciones a tu hígado. Esto le da menos recursos al hígado para hacer su labor principal, la metabolización de las reservas de grasa para obtener energía. Cuando esto pasa, terminas almacenando la indeseada grasa corporal que deberías de haber usado para obtener energía. Así que, ¡Bebe agua!
No sólo para calmar la sed...
·Bebe de 1,5 a 2 litros diarios de agua, y si es verano y prácticas ejercicio, ingiere un aporte extra de líquido sin esperar a que la sed te avise.
·Las dietas ricas en grasas y proteínas requieren beber más líquidos para eliminar sus restos metabólicos. Recuerda que estos alimentos contienen menos agua que otros productos.
·El calor, la humedad y el ejercicio físico aumentan notablemente la necesidad de agua en nuestro organismo.
·Quienes padecen cálculos de riñón, arenillas o infecciones urinarias deben beber más líquido.
·Café, alcohol, té y otras bebidas similares son diuréticos e incrementan la eliminación de líquido por la orina. Cuidado con ellos.
·Infecciones, fiebre, vómitos y diarrea ocasionan una rápida pérdida de líquidos, a la que los ancianos y niños son más sensibles. Por tanto hay que reponerlos inmediatamente. Un preparado de farmacia o un suero casero (agua con una pizca de bicarbonato y unas gotas de limón y azúcar) ayudarán a restituir el líquido necesario.
·El envejecimiento va asociado a la desecación, a la pérdida de agua, que afecta a todos los tejidos del organismo, pero especialmente a la piel. Una óptima hidratación desde la infancia ayuda a mantener una piel joven el resto de la vida.
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