martes, 20 de septiembre de 2011

TRUCOS PARA COMER MENOS

Masticar bien

Masticar los alimentos es una de tantas funciones que hacemos automáticamente, sin considerar que hacerlo deficientemente genera una serie de problemas en el proceso digestivo. 
Mahatma Gandhi afirmaba que "había que beber como si comiéramos y comer como si bebiéramos", lo que significa que al beber es necesario mover la mandíbula como si estuviéramos masticando para que la bebida se mezcle con la saliva, y que se deben masticar los alimentos sólidos hasta que adquieran consistencia líquida.
Es muy común en gran parte de la población coma apresuradamente, que mastique muy rápido los alimentos y que por ello mismo no disfrute el sabor de la comida y predisponga al aparato digestivo a tener algunas complicaciones. Por ello, es conveniente tomar en cuenta los beneficios de una buena masticación:
Impide que estómago e intestino trabajen horas extras, y que haya sensación de pesadez, así como agruras y estreñimiento.
Ayuda a calmar al sistema nervioso y aumenta la cantidad de oxigeno en el cuerpo, lo que reduce la ansiedad durante la comida; con todo ello prevenimos una digestión difícil.
Genera saliva, la cual contiene mucina, sustancia que funciona como lubricante.
Produce la enzima ptialina, que hidroliza (humedece) los hidratos de carbono, favoreciendo su digestión.
A través de la saliva se activa la hormona parotina, que estimula el metabolismo (aprovechamiento de los nutrientes).
Lo más importante: el efecto saciador
El cerebro tarda unos 20 minutos en “asimilar” la comida que estás ingiriendo, me explico. Si tu comes de forma “normal”, a los 20 minutos tu cerebro mandará una señal para que pares de comer, pues entiende que no necesita más alimento. Si comes con la suficiente calma, masticando bien los alimentos, la cantidad de comida ingerida será la necesaria, ni más ni menos, justo la que necesitas.
Ahora bien, si durante esos 20 minutos empiezas a ingerir comida de forma desproporcionada tu cerebro enviará esa señal y en ese momento notarás que te has dado un auténtico atracón de comida. Te notarás pesada y lenta, así como el estómago a punto de estallar.

Para ahondar un poco más en los beneficios de una buena masticación es interesante apreciar la situación desde varios puntos de vista:

Físico. Masticar adecuadamente permite triturar los alimentos y convertirlos en un bolo alimenticio perfectamente digerible; de no ser así, los órganos implicados en la digestión trabajarán a marchas forzadas, lo que generará indigestión, dolor estomacal y emisión de gases.
Químico. Cuando se tiene buena masticación, es decir, cuando se mezclan óptimamente las enzimas salivales con el alimento, se logra una pre-digestión, es decir, iniciar el proceso químico que ocurre al interior del organismo que separa a las sustancias benéficas de las tóxicas.
Informativo. Sabor, color, olor y textura de los alimentos es información muy valiosa para el organismo, el cual activa determinados órganos de secreción interna dependiendo de los estímulos recibidos. Recuerde que las papilas gustativas son sensores de información que registran las características nutricionales de cada alimento; por ello, es conveniente que la comida permanezca en la boca el tiempo necesario lo que, además, ayudará a que la sensación de plenitud se alcance más rápido.
Emocional. Aunque parezca sorprendente, los sabores de los alimentos estimulan ciertos órganos y sus emociones correspondientes, de ahí que se requiera masticar bien para que el cerebro registre plenamente el sabor de la comida y, por ende, active determinados órganos. Esto se explica mejor de la siguiente manera:
Ácido. Pone en movimiento al hígado y la vesícula mientras desacelera al páncreas y bazo (órgano situado a un lado del estómago cuya función es producir anticuerpos). Además, favorece la digestión de alimentos grasos o pesados, y es sabido que sirve para fomentar creatividad e iniciativa; asimismo, colabora a evitar preocupaciones, pues fomenta la actividad.
Amargo. Estimula al corazón, circulación e intestino delgado, y sirve para fortalecer la seguridad en uno mismo; paradójicamente, es ideal para fomentar la alegría y combatir la tristeza.
Dulce. Pone en movimiento al bazo y páncreas, y es bueno para la actividad mental; también relaja al hígado.
Salado. Activa riñones y vejiga, pero cuidado con consumir demasiados alimentos de este tipo pues la presión arterial suele incrementarse, lo que es peligroso para arterias del cerebro y corazón.
Es un hecho que la modernidad nos ha condicionado a vivir con estrés, a comer aceleradamente y prestar poca atención a la calidad de los alimentos que consumimos cotidianamente. Sin embargo, sería bueno hacer un alto en el camino y considerar que hay cosas muy sencillas que nos brindan enormes beneficios, una de ellas: masticar bien.


Por lo tanto, tenlo claro: proponte comer con suficiente calma, saboreando cada bocado y dale tiempo a tu cuerpo para reaccionar. Todo es cuestión de costumbre, pues con el paso del tiempo esta práctica se hará habitual en ti y la llevaras a cabo sin darte cuenta. 

RECUERDA: AHORA YO DECIDO SER DELGADO 














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